Nos visitan: Čotar

Hace pocos días hemos tenido la suerte de que nos visitase una de las bodegas que recientemente hemos visitado en nuestros viajes, Čotar.

Esta bodega eslovena, situada en el pueblo de Gorjansko, muy cerca de la frontera con Italia y de Trieste, lleva 40 años trabajando el vino natural con multiples uvas (Refosco, Cabernet Sauvignon, Merlot, Malvasia Istriana, Sauvignon Blanc, Vitovska…) en un porcentaje de 50% y 50%. Maceraciones lentas, largas estancias en barriles usados (con un mínimo de dos años) y el saber hacer acumulado, dan como resultado vinos muy personales que se muestra accesibles tanto recién embotellados como después de muchos años aguardando en la botella.

Nos fascinó especialemente la dificultad del terreno y la capacidad de adaptación a las situaciones que las vendimias ofrecen cada año. En un clima tan complicado pueden tener alis pletóricos y otros en los que sólo se cosecha un 30% de la producción normal. En estas circuntancias, la vinificación se ajusta, variando los tiempos de maceración, los porcentajes de vino macerado y sin macerar y otros aspectos que se regulan para mantener el optimo resultado cada año.

 

 

Nos visitan: Recaredo

Hemos tenido el placer de recibir a una de las bodegas más importantes de la D.O. Cava, Recaredo. Una bodega familiar fundada en 1924 y que ya transita por la tercera generación, manteniendose fieles a una filosofía de hacer vinos. Con la férrea idea de trasladar el terruño a los cavas, han venido trabajando de manera artesanal, siempre apegados a sus fincas. Mantienen tradiciones como la de usar corcho en todos los procesos de embotellado y envejecimiento. Han trabajado la viña para ser capaz de ofrecer un vino que, tras largos envejecimientos, se muestra complejo, aromarico, opulento y elegante.

Pudimos probar algunos de sus vinos más emblemáticos y una rareza, unas botellas de su bodega particular, un Enoteca de 1998 con casi 20 años de crianza. Un auténtico lujo para todos los asistentes.

 

siempre hay una historia

En cada rincón de una botella de vino reside la historia que la hizo posible. Esa es la esencia de este lugar. Porque los muros de nuestra casa son una biografía en la que ya han escrito tres generaciones. Un viaje familiar. El de Mariano Conde Caballero y Moisesa Camazón Benito, autores de las primeras letras. Su luna de miel es el primer capítulo. Llegaron a Santander desde la provincia de Valladolid, recién unidos, y eligieron quedarse para siempre. Venderlo todo y empezar de cero en un nuevo hogar en la España de 1949. Ellos pusieron en marcha un negocio que caló de lleno en su hijo Andrés, empeñado en darle forma a su párrafo del texto. En dejar su sello. Él le dio un vuelco e hizo realidad su idea: la búsqueda del mejor producto para su despensa y, sobre todo, para una bodega que ganó referencias, acentos y fama. Hasta convertirse en un museo lleno de sabores de las mejores viñas y también de las curiosidades de todo el mundo, con más de 10.000 ejemplos. Una fórmula ahora en manos de Andrés y de su hermano Juan Conde Laya, encargados de cuidar una herencia de tradiciones y pasión por la gastronomía, sin perder el tren de los tiempos.

¿Y por qué La Cigaleña? Porque el viaje empezó en el pueblo de Cigales. Allí estaba el hogar que dejaron Mariano y Moisesa para empezar su viaje, una aventura que ahora prosigue en cada sorbo de la copa que elijan…